Por Alfredo Delgadillo López
Cada vez hay más libros, más textos y más facilidades para leer, por eso, en estos tiempos, el que la gente lea es catalogado como algo positivo, lo cual ha provocado que se baje el estándar de calidad literaria. Pero no podemos conformarnos con que se lea, se trata de la calidad. Si bien la democratización del acceso a los libros es un hecho, la calidad de las lecturas también parece haber mermado, con el entretenimiento como el principal motor de la lectura en lugar de la cultura general o el desarrollo profesional. Este fenómeno no es trivial, pues impacta directamente en la capacidad de los ciudadanos para interpretar la realidad y participar de manera activa e informada en los procesos democráticos.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) por conducto del Módulo Sobre Lectura (MOLEC) tiene tanto el propósito de generar información estadística sobre el comportamiento lector de la población mexicana de 18 años y más, como de proporcionar datos útiles sobre las características de esas lecturas. Según el MOLEC de 2024 el 41.8% de la población de 18 años y más declaró haber leído algún libro, este porcentaje leyó en promedio 3.2 ejemplares al año, una diferencia de 0.4 en comparación con lo reportado en la edición de 2015 (3.6 ejemplares). Entre la población lectora de libros, el entretenimiento se posicionó como el motivo principal de la lectura, con 41.4 %; siguen trabajo o estudio, con 23.4 % y cultura general, con 23.2 %. O sea que… de la población de 18 años y más, en promedio se leen 0.748% libros sobre trabajo o estudio.
La “masa” a que Ortega y Gasset se refiere en “La Rebelión de las Masas” abraza a hombres y mujeres de distintas clases sociales, igualándolos en un ser colectivo en el que se han fundido, abdicando de su individualidad soberana para adquirir la de la colectividad y ser nada más que una “parte de la tribu”, una masa o una tribu que no lee y, en el peor de los casos, no les interesa hacerlo. Hoy hay menos analfabetas, pero hay más gente que no le interesa leer. Las estadísticas son frías y confiables, pues se obtuvieron de un Órgano Constitucional Autónomo que a través de métodos científicos recopila esa información y, obviamente, como su nombre lo dice: lo hace con autonomía.
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez, quien vive exiliado en Madrid luego de que la dictadura de Nicaragua a través de la fiscalía dictara una orden de captura en su contra, escribió en su columna “La herida que respira” en el diario El País, que “El antídoto de la locura está en poner en cuestión lo aceptado como verdad, porque la insistencia en la certeza es ya la caída en el error (…). Las pretensiones de verdad absoluta son hoy más peligrosas que nunca, bajo la avalancha del populismo, la demagogia, la mentira sistemática, las mentiras virtuales, las verdades alternativas. El fanatismo y el sectarismo”.
Por su parte, el Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa dice que la mejor contribución de la literatura al progreso humano es “recordarnos que el mundo está mal hecho, que mienten quienes pretenden lo contrario -por ejemplo, los poderes que lo gobiernan-, y que podría estar mejor, más cerca de los mundos que nuestra imaginación y nuestro verbo son capaces de inventar”.
Sin literatura, se debilita el pensamiento crítico, la empatía y el sentido de justicia que son esenciales para el funcionamiento de cualquier sociedad libre.
El impacto del abandono literario no se limita al ámbito personal; tiene también implicaciones políticas y sociales que amenazan el Estado de Derecho. La literatura, al fomentar la capacidad de imaginar mundos diferentes, de alimentar el intelecto, de despertar conciencias y cuestionar las narrativas dominantes, es una barrera natural contra el totalitarismo. Cuando esta capacidad se erosiona, las sociedades se vuelven más susceptibles a las mentiras del populismo y la demagogia.
Ahora bien, siendo realistas, de los 130 millones de mexicanos:
- ¿Qué porcentaje sabe o conoce qué es una Constitución?
- ¿Qué porcentaje sabe o conoce qué es un Poder constitucional?
- ¿Cuántos tienen idea de lo que hacen los Poderes de la Unión?
- ¿Y un Órgano Constitucional Autónomo?
- ¿En qué consiste la reforma judicial?
- ¿Por qué jueces y magistrados votarán?
La falta de comprensión sobre conceptos fundamentales como el Estado de Derecho, los Poderes de la Unión o los Órganos Constitucionales Autónomos refleja una carencia alarmante en la formación ciudadana. Sin literatura que invite a reflexionar sobre el poder, la justicia y la libertad, es difícil que las personas se involucren activamente en la defensa de sus derechos o comprendan la importancia de instituciones democráticas.
Las obras literarias deben ser presentadas como herramientas para entender y transformar el mundo, no como simples ejercicios académicos. Es crucial aprovechar las plataformas digitales para acercar la literatura a nuevas generaciones. Nunca antes fue tan sencillo llegar a futuros lectores y, mejor aún, acercarse a ellos conforme a sus intereses, es decir, personalizar las lecturas que seguramente serán la medicina que les sane el letargo voluntario. El problema es que hoy la mayoría de lectores e intelectuales (de 60 años o más) son analfabetas digitales y, por otra parte, los que no leen se la viven en las pantallas.
Me despido con esta reflexión:
El abandono de la literatura es una pérdida que trasciende lo cultural; es una amenaza directa al pensamiento crítico, a la participación ciudadana y al Estado de Derecho. Como abogado y defensor de la literatura, creo firmemente que el hábito lector debe ser rescatado y promovido como una herramienta esencial para construir una sociedad más justa, libre y democrática. Solo a través de la lectura podremos resistir las tentaciones del autoritarismo y trabajar juntos por un futuro mejor.
Hoy las horas deberían de buscar su reloj, pues los cerebros han perdido a sus personas, los oftalmólogos ya no sanan problemas oculares, pues el paciente desea seguir ciego. Con esta realidad, ¿acaso el derecho ha perdido su Estado?