Mi hija menor, Iyali, pregunta una y otra vez casi desde que aprendió a hablar. Algunas veces desde el enojo, otras desde la sorpresa, unas cuantas por conocer más. La mayoría pertenecen al ámbito personal y vistas desde el amor del padre a una hija, siempre maginficadas por el sesgo al que tienen derecho los ojos de un padre enamorado de su retoño. Comparto aquí sólo las que sirven al fin del tema del que hoy me ocupo: Meridiano.
Durante sus estudios universitarios, para cumplir las tareas de alguna materia de contaduría o finanzas o administración, lo sabe sólo Dios, me pidió: dime la misión más hermosa que conozcas. Respondí: “Organizar la información del mundo y compartirla”. Era mi versión abreviada del propósito declarado por Google.
Hace unos días, preocupada por las horas de sueño y descanso que me quitan las tareas de renovación de Meridiano en un plazo autoimpuesto de nueve semanas, me preguntó si valía la pena tanto desgaste. Mi respuesta fue afirmativa. Me preguntó por qué. Le dije que porque creía que la adaptación a un ámbito menor del alcance de Google, la misión comentada, una de las más bellas y útiles que conozco, era la tarea del periodismo, en nuestro caso organizar la información de Tepic y el estado del que es capital, y compartirla a las personas que tengan algún vínculo con Nayarit y la ciudad que aseguran que sonríe.
Durante sus estudios universitarios, para cumplir las tareas de alguna materia de contaduría o finanzas o administración, lo sabe sólo Dios, me pidió: dime la misión más hermosa que conozcas. Respondí: “Organizar la información del mundo y compartirla”. Era mi versión abreviada del propósito declarado por Google.
Para tratar de ser convincente le compartí por mensajería instantánea un fragmento del Manifiesto Institucional interno que nos guía en las tareas emprendidas hace unas semanas:
“La labor principal de Meridiano es organizar e interpretar la información del mundo que comparte con sus audiencias. Es decir, el mundo que les toca vivir: la realidad cercana y concreta de su entorno, pero también aquello que ocurre en otros ámbitos y que, por su impacto o significado, forma parte de su horizonte. Informamos sobre lo que sucede en la calle, en el estado, en el país y en el mundo, siempre con la mirada puesta en lo que afecta, interesa o transforma la vida de quienes nos leen, escuchan o ven.
“Este trabajo implica seleccionar, verificar y narrar los hechos con responsabilidad y contexto. No buscamos decirlo todo, sino decir lo que importa, decirlo bien y a tiempo. Nada más, nada menos. No compartimos las pretensiones mesiánicas de algunos informadores. Sólo aspiramos a la calidad de nuestra tarea. La misma exigencia que se autoimpone un radiólogo, un fotógrafo, una cocinera, un notario, el cajero de un banco, el trabajador de aseo público municipal.
Este trabajo implica seleccionar, verificar y narrar los hechos con responsabilidad y contexto. No buscamos decirlo todo, sino decir lo que importa, decirlo bien y a tiempo. Nada más, nada menos.
“¿Cómo lo hacemos?
“Para cumplir su función informativa, Meridiano emplea tres herramientas esenciales del periodismo: palabra escrita, imagen y voz. Estas se despliegan a través de múltiples plataformas, con una lógica simple pero exigente: la forma cambia, pero el compromiso con el contenido es guía que no se negocia.
“Desde el papel impreso —que mantiene viva la memoria del medio— hasta las redes sociales, el sitio web, la radio y la televisión, Meridiano se esfuerza por estar donde están sus audiencias. El medio se adapta a los hábitos contemporáneos de consumo sin abandonar el rigor que exige el oficio periodístico.”