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lunes, mayo 12, 2025
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¿Decadencia de la economía más poderosa en el mundo?

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La economía más poderosa del mundo, la de los Estados Unidos de América, da muestras de haber fracasado. Ese país parece incapaz de competir recurriendo al uso intensivo de tecnologías o a estrategias para incrementar su productividad. El mundo entero parece haber rebasado al país más poderoso. La imposición de aranceles que le aseguren ventajas comerciales, es la principal de las señales.

La crisis actual también pone al descubierto el fracaso de las reglas del juego. ¿De qué sirve la presencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC)? La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) también debería servir de algo, pero hace un papel ornamental. De la misma manera, en la escena están presentes el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, la Comisión Económica para América Latina o instancias como Banco Interamericano de Desarrollo. De nada parecen servir esos organismos ante decisiones “ejecutivas” del presidente de los Estados Unidos de América. No se trata de decisiones que se toman con argumentos económicos o consecuencia de la violación de las reglas, sino porque le faltan “al respeto”.

El economista estadounidense Richard Thaler recibió el Premio Nobel de Economía en 2017. Lo obtuvo como reconocimiento a su trabajo con el que se muestra algo que todos ya sabíamos: los rasgos humanos afectan las decisiones económicas. Un consumidor no se muestra necesariamente “racional” al momento de tomar decisiones. El caso aquí, es que la teoría de Thaler también sirve para explicar el comportamiento no necesariamente racional de gobernantes como Trump. En este caso, Trump se viene revelando como un “homero economicus”. Esa es la virtud de lo que hace el presidente estadounidense: pone al descubierto la fragilidad de un sistema que parecía sólido, inexpugnable, indestructible.

Ahora, Thaler parece tener más razón que otro paisano suyo, igualmente merecedor del Nobel de Economía (1993), Douglass North. Para él, la presencia de instituciones serían clave en el desempeño de los actores económicos. Esas instituciones debemos concebirlas como las reglas del juego y esas reglas del juego no deberían aplicarse de un día para otro, ni deberían ser producto unilateral, sino consecuencia de los grandes acuerdos entre los actores de la escena. Esa escena, la comercial, la de la economía, involucra a todos los actores del mundo bajo la lógica de la mercancía mundial. ¿Qué es esa mercancía mundial? La mercancía mundial es aquella que se produce con la participación de diversos países en cada una de sus partes. Verbigracia, un auto es producido con el acero extraído de un país “A”, metal que sirve para producir el motor en el país “B”, mismo que es ensamblado en el país “C”. Aludo solamente a un ejemplo sencillo para ilustrar lo que intento explicar.

¿Cuál es la razón de la guerra arancelaria que tiene al mundo entre un sismo y otro? Esos aranceles son los que inicial y unilateralmente impuso el gobierno de los Estados Unidos al resto del mundo. Ahora, toda mercancía que ese país importe, será cargado con un sobrecosto impositivo, por un impuesto, por un arancel. Si una persona estadounidense desea importar un auto japonés, esa misma persona deberá pagar un 25 por ciento más del costo que tenía antes de la cuota arancelaria impuesta por Trump. Si un auto japonés, antes del arancel estadounidense costaba 40 mil dólares, ahora costará cerca de los 50 mil dólares. Naturalmente, eso reduce el interés del consumidor por adquirir ese auto.

Los Estados Unidos se muestran incapaces de competir elevando sus niveles de productividad por cualquier medio. No pueden reducir costos y por tanto reducir precios: por eso imponen aranceles. El país que ha logrado enviar naves interplanetarias más allá del sistema solar, no puede reducir costos en la producción de un auto. En lugar de que sean las empresas las que compitan para acceder a la ganancia, el gobierno las protege cerrando las puertas a empresas competitivas, eficientes.

La mayor actividad de los Estados Unidos es la especulación. Los mercados bursátiles muestran a diario una intensa actividad con la que no producen un clavo, pero con la que unos cuantos ganan a diario sin que se haya generado un empleo, sin que se haya instalado un solo negocio. Mientras amplias regiones del mundo trabajan y producen, en los Estados Unidos se especula y se sueñan sueños de opio.

Para que una economía crezca se requiere acumulación de capital. La acumulación de capital exige aplicar ahorro y ganancia en la actividad productiva. La especulación es útil o puede serlo, pero tiene límites para la competencia. El proceso de acumulación es la dinámica central del desarrollo y el crecimiento capitalista.

La presencia de particulares en el crecimiento es fundamental. Esa presencia debe traducirse en empleo, en inversión, en creación de empresas y en producción de bienes y servicios. Esa actividad puede y hasta debe apuntalarse con inversión pública, pero la inversión pública debe complementarla, debe actuar para catalizarla. Se requiere, eso sí, de reglas que se construyan bajo la lógica del consenso. Reglas que regulen sobre todo el intercambio, desde las mercancías hasta las relaciones Capital-Trabajo. El crecimiento requiere de instituciones.

La dispersión masiva de aranceles por el gobierno estadounidense, solamente muestra que esa economía es incapaz de producir clavos, pero mortalmente buena para producir bonos. Lo que hace el gobierno de los Estados Unidos solamente muestra el fracaso de la economía de ese país. Ese fracaso será mayor en la medida que el gobierno estadounidense muestre su mediocridad. Parece que el mundo acabará hablando chino mandarín.

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