Me han preguntado por qué personal de Meridiano fue inscrito en el Diplomado Rescate de las Memorias Comunitarias de Nayarit, convocado por el Archivo General de la Nación, de manera preferente —no exclusiva— para la mejora profesional de responsables de archivos municipales y de otras instituciones gubernamentales.
Nuestro sitio web fue y volverá a ser el archivo digital privado más importante de la entidad. Mantenerlo en esa condición requiere habilidades de organización, protección y amigables rutas de consulta para sus públicos internos y externos.
Eso es relativamente fácil de entender, por lo que no es útil abundar sobre nuestro interés empresarial de que nuestro personal aproveche esa oferta de formación continua en materia de archivos físicos y digitales.
Nuestro interés mayor es otro: hacernos de herramientas y metodologías clásicas y modernas para recoger y ordenar la información que nos permita conjurar el olvido de saberes, visiones, tradiciones, grandezas y ruindades de localidades, barrios, congregaciones, asociaciones, empresas, familias y personas. Con imagen fija o en movimiento, documentos y palabras habladas y escritas, queremos rescatar y preservar las memorias individuales y colectivas de nuestro entorno más cercano, regional, y aquello que, en la distancia geográfica, nos incumba, beneficie o perturbe.
Hay periodismo especializado de casi todos los géneros, pero los llamamos prensa del corazón, de moda, de cocina, amarillista, de nota roja y otros adjetivos que los separan de quienes nos asumimos como profesionales
Cuando hablamos del periodismo tres sesenta, en el que tenemos un par de meses incursionando, no nos referimos sólo a nuestra presencia en el ámbito impreso y el ecosistema digital, sino, sobre todo, a nuestro objeto de observación, registro e interpretación.
Tradicionalmente, el trabajo periodístico genérico ha centrado su preferencia temática casi exclusiva en el poder y en quienes lo usufructúan, sin importar si ése es el de los destinatarios de nuestra producción informativa. Hay periodismo especializado de casi todos los géneros, pero los llamamos prensa del corazón, de moda, de cocina, amarillista, de nota roja y otros adjetivos que los separan de quienes nos asumimos como profesionales del periodismo. Pero así como en un tiempo estuvo de moda el término “democracia sin adjetivos”, un “periodismo sin adjetivos” podría ser aquel que se ocupe de todos los temas y vea desde todos los ángulos. Que sea capaz de entender que un fogón puede, a veces, explicar más de una cultura que un denso tratado académico.
Eso queremos. Enriquecer, con todos los recursos técnicos y el poder de la sensibilidad, nuestras miradas de lo diverso y compartirlo de la manera más atractiva. No predicar ni convencer, sino ofrecer, a quien les parezcan interesantes, los productos de nuestro trabajo. Pretendemos la objetividad, aunque aceptemos que es inalcanzable. Pero es honesto reconocer los límites de nuestra tarea, por profesional y rigurosa que sea. Infalible, sólo Dios. Perfecto, sólo Él. Tan infalible y perfecto como su potencial inexistencia.
Estamos ahorrando tiempo en las labores rutinarias, auxiliados por los avances de la tecnología, para dedicarlo a la elaboración de piezas informativas profesionales, enriquecedoras y profundas. Para que las consuman quienes disponen de poco tiempo para informarse, pero también aquellos que disfrutan del periodismo narrativo.
Por eso nos encontrarán en todas partes: en los laboratorios, explicando lo que muestran a los científicos locales; en el recorrido del senderista que se maravilla con las plantas y las mariposas; en las cocinas donde llevan paraísos a los paladares; en el dolor de los que han perdido la esperanza; en las cimas de los exitosos; en el trajín de los que trabajan de sol a sol; en la entrega de los trabajadores de la salud. Nada nos será ajeno. Nada nos será indiferente. Esa es nuestra apuesta tres sesenta.