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lunes, mayo 19, 2025
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“El poder es humildad”

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En una carta dirigida a la dirigencia y militancia de Morena, la presidenta Claudia Sheinbaum lanzó un mensaje claro y contundente: el Movimiento debe volver a sus principios fundacionales si quiere mantenerse como una fuerza transformadora. Lejos de un texto protocolario, la misiva representa un intento por corregir el rumbo de un partido que, desde el poder, corre el riesgo de desconectarse de la ciudadanía que lo llevó al gobierno. “El poder es humildad”, escribió Sheinbaum, resumiendo en esa frase el espíritu ético que, según ella, debe distinguir a quienes encabezan la Cuarta Transformación.

La presidenta retoma la narrativa histórica que dio origen a Morena y recuerda los años de lucha contra el neoliberalismo, la corrupción y el autoritarismo. Evoca el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador no como una figura de culto, sino como ejemplo de congruencia y firmeza ideológica: “Cumplió como dirigente y cumplió con creces como presidente”, escribió. Con ello, Sheinbaum no sólo rinde homenaje al fundador del movimiento, sino que establece un marco ético para su propia administración.

Aunque con tono respetuoso, la carta tiene matices de advertencia. Sheinbaum enumera diez principios que, en su opinión, deben guiar al partido y servir como muro de contención ante desviaciones internas. En ellos condena el amiguismo, el nepotismo, la frivolidad y el uso de recursos públicos para fines personales o electoreros. Advierte sobre el peligro de confundir el ejercicio del poder con la ostentación y el privilegio, e insiste en la necesidad de que Morena conserve una conducta austera y cercana a la gente.

Uno de los puntos más enfáticos del mensaje es su crítica a los signos de poder ostentoso. La presidenta condena el uso de aviones y helicópteros privados, el portar ropa de marca como símbolo de estatus y el trato altanero a las personas. Estos comportamientos, señala, no corresponden a la esencia y principios de Morena ni a su origen como movimiento popular. El partido debe ser ejemplo de honestidad, sencillez y solidaridad.

La lucha contra la discriminación, el racismo, el clasismo y el machismo, remarca, debe ser parte de la identidad cotidiana del movimiento, no sólo de sus discursos. Así, el poder no debe vivirse como privilegio, sino como una responsabilidad ética que se ejerce desde el ejemplo.

También hace un llamado a frenar prácticas que desdibujan el carácter popular del movimiento, como las campañas costosas o los espectaculares para promover aspiraciones personales. Recalca que la mejor campaña es la que se hace en territorio, casa por casa, con cercanía al pueblo, y no la que más gasta recursos.

Uno de los mensajes más relevantes es el deslinde entre el gobierno y el partido. Sheinbaum subraya que el Estado no debe ser instrumento del partido, ni Morena caer en el corporativismo. Reivindica la figura del militante de base y propone reforzar los comités territoriales y el instituto de formación política, como pilares para sostener la llamada “revolución de las conciencias”.

También propone mecanismos para garantizar procesos democráticos internos, como el uso de encuestas rigurosas y transparentes, y el sorteo (tómbola) de candidatos plurinominales. “No es llegar al poder por llegar, no es la ambición personal lo que debe guiarnos, sino el bienestar del pueblo”, escribe, apelando a una ética del servicio público frente a la tentación del cargo como botín.

Claudia Sheinbaum construye así una narrativa de continuidad y al mismo tiempo de responsabilidad: reconoce los logros de la Cuarta Transformación, pero no cae en el triunfalismo. Su carta interpela a la conciencia colectiva del partido y refuerza la idea de que el poder, si no es ejercido con humildad y principios, puede desviar incluso a los proyectos más legítimos.

Al cierre de su mensaje, la presidenta advierte sobre lo que está en juego y apela a la conciencia histórica del partido que ayudó a construir: “No nos confiemos. Es mucho lo que está en juego, el presente y el futuro de nuestra nación. Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”.

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