Por Olivia Cuevas
Dicen que las nuevas generaciones ya no saben de esfuerzo. Yo estoy en desacuerdo… yo conozco a una niña que con doce años recién cumplidos, hace honor a su nombre de Violeta, y crea obras de arte después de la escuela. Y su parte del mundo tiene un mejor color cuando está cerca.
Yo conozco a una niña que saca del teclado que heredó de su padre, notas que endulzan los oídos, mientras sueña y trabaja por un gran piano blanco. Una niña que llega, cansada de la escuela, pero no falta nunca a su práctica de natación. Esa niña que pinta, y que toca y que nada, también hace diseños y ayuda a su padre en el pequeño negocio familiar. Y cuando le sugieren menos horas de arte o de deporte, ella sólo se ríe y dice que lo ama todo.
Pero lo mejor de esa niña no es que haga recitales o exposiciones de arte, o que a su corta edad, ya haya logrado vender algunas de sus obras, o que participe en eventos de emprendedores promoviendo el producto de su padre. Lo mejor de esa niña que hace honor a su nombre de Perla, es que sabe ser feliz y su felicidad contagia y verla jugando con su hermano menor con tanto amor, supera sus pinturas y su música y sus diseños.
Dicen que las nuevas generaciones van de mal en peor, yo estoy en desacuerdo, yo creo que el mundo, con todos sus problemas es un mejor lugar gracias a Violeta y los miles de niñas y niños que como ella están listos para ser el futuro, mientras son un maravilloso presente.
Yo creo que este mundo tiene esperanza, que Perla Violeta y muchas otras niñas como ella.