Por Judith Chávez
A todos nos asusta la idea de invertir, creemos que solo invierten las personas que tiene mucho dinero y nos autodescartamos para jugar el rol de inversionista ante el miedo de perder nuestro dinero, porque si, todo tiene un riesgo, pero el peor de todos es desear algo y no tenerlo, tenerlo y no disfrutarlo o haber conseguido algo y pronto perderlo.
En el tema de las finanzas personales, los negocios y las inversiones, se puede hacer mucho para disminuir los posibles riesgos y para potencializar las oportunidades. Desde luego que hay cosas que sí están en nuestro control, otras más, que salen por completo de nuestro alcance.
Un control que sí está en nuestras manos es determinar los límites del riesgo que estamos dispuestos a asumir, definiendo el monto del dinero que podamos darnos el lujo de perder.
Si de verdad quieres jugar el juego del inversionista, es importante que seas muy consciente que los riesgos son mayores cuando: no tienes formación financiera, inviertes en algo que desconoces por completo, buscas asesores poco confiables o sin experiencia, no cuentas con el capital suficiente para asumir posibles pérdidas o, tienes la creencia que los seguros son un gasto que no estás dispuesto a asumir.
Si quieres continuar jugando al inversionista, es importante que comprendas que la falta de control de tus impulsos y de tus emociones es un riesgo mayor y que es necesario tener el temple para lidiar con la incertidumbre de cualquier inversión para no caer en conductas temerarias, ya que como te lo dije antes, es imposible eliminar los riesgos a los que nos enfrentamos día a día.
Quien se prepara económicamente, sabe perfectamente lo que quiere y lo que tiene que hacer para obtenerlo, disminuye los riesgos de perder. Las personas con finanzas sanas son más creativas y saben correr riesgos calculados, se preparan para emprender, saben que entre más conocimientos adquieren, más oportunidades llegarán para alcanzar la prosperidad y la abundancia.