“Hablemos de presidente a presidente”, le dijo el alcalde de Acaponeta a Ruiz Cortines, en ese momento presidente de la República. El nayarita planteó al veracruzano los asuntos urgentes para su municipio y solicitó su apoyo, entre el asombro y la burla silenciosa de la correcta y prudente clase política. Es una anécdota que medio siglo después siguen recordando los sobrevivientes. El acaponetense no decía nada indebido, porque tanto él como su interlocutor eran presidentes. Pero para todos fue una inocentada impropia en la retórica solemne de aquel tiempo, en un México que trataba a sus mandatarios como dioses sexenales. Aun así, nadie le reprendió, todo fue tomado con sentido del humor. De aquellos años conserva gustosa la memoria la irreverencia al poder y con pena ajena la zalamería rampante, el deporte nacional.