La tarde del pasado sábado 2 de noviembre, la explanada frente al Palacio de Gobierno de Nayarit se convirtió en un espacio vibrante lleno de tradiciones, colores y aromas. En el marco de la celebración del Día de Muertos, el Gobierno del estado, organizó un evento que hizo de esta zona un punto de encuentro para la cultura, el recuerdo y sentido comunitario.
El escenario principal albergó un programa variado de danzas clásicas, cantos y ballets, realizados con profesionalismo y emotividad que capturaron la esencia de una fecha tan significativa para la sociedad por parte de la escuela estatal de Bellas Artes. La danza clásica, con su precisión y elegancia, abrió el espectáculo y ofreció un contraste cautivador a los coloridos trajes tradicionales que, poco después, llenaron la escena con las presentaciones de ballet folclórico. Los bailarines, vestidos con atuendos de catrinas y catrines que reflejaban las tradiciones mexicanas ejecutaron pasos rítmicos y marcados, reviviendo a través del movimiento las historias de aquellos que ya no están, la gente, entre aplausos y sonrisas en sus rostros marcaban la felicidad que vivían en el momento al recordar y honrar a sus seres queridos.
Junto al escenario, una serie de altares de muertos llenaron la plaza con una solemnidad colorida elaborados por la Secretaría de Educación Pública, el Instituto Nayarita de Cultura Física y Deporte y otras instituciones y otras organizaciones, estos altares presentaron ofrendas que honraban a personajes ilustres y figuras queridas de la comunidad. Cada uno de ellos fue decorado con gran esmero utilizando material como cempasúchil, calaveras de azúcar, pan de muerto y fotografías que rememoraban una presencia casi tangible de aquellos que ya no están. Familias completas se detenían frente a cada altar, susurrando historias y explicando a los más pequeños el significado de cada detalle, el cual se reflejó como un acto de transmisión de las raíces culturales.
La celebración no estuvo completa sin la oferta gastronómica que los comerciantes ambulantes pusieron al alcance de todos los asistentes. Los puestos, alineados a lo largo de la plaza, parecían competir en color y sabor, invitando a probar cada platillo como una extensión de las ofrendas.
Asimismo, la seguridad en manos de la Policía Estatal fue notoria pero sin llegar a ser invasiva, garantizando que los asistentes disfrutaran de cada actividad con tranquilidad. Los elementos se mantenían en puntos estratégicos, ofreciendo un ambiente seguro y ordenado, lo que permitió que familias y visitantes de todas las edades se sintieran en confianza para disfrutar hasta el final.
Este importante y significativo evento cultural que revive las tradiciones mexicanas y del estado concluyó al caer la noche, cuando la plaza y las gigantescas calaveras se iluminaron con las velas de los altares, luces del escenario y las sonrisas de los presentes.