“Cuando se quiere se puede. No gano mucho, pero saco para comer, aunque para ganar 150 pesos al día tengo que recorrer caminando gran parte de la ciudad vendiendo mis manojos de ocote a cinco pesos cada uno”, dijo la señora Laura Rodríguez.
Explicó que, ante la falta de empleo por su edad, 62 años, un día decidió acudir a un aserradero que se localiza en Ciudad Industrial y pidió le vendieran ocote: “Y ahora me dedico a cortarlo y ofrecerlo a mis clientes”.
Detalló que quienes más le compran su producto son las amas de casa que durante los fines de semana acostumbran prepararles a sus maridos: “Una carnita asada, pero son muy pocas las mujeres que se esmeran en atender a sus parejas”.
Destacó que otro de sus buenos clientes son los dueños de restaurantes que asan carnes para la clientela: “A ellos les vendo un poco más barato el manojo porque me compran por grandes cantidades, pero les dura un buen tiempo el ocote y regreso con ellos una vez al mes”.
Finalmente, la señora Laura Rodríguez expresó que la edad no es un impedimento para dejar de ser productiva: “A mí siempre me ha gustado trabajar, me gusta caminar, el trabajo me mantiene sana y sin achaques, no soy millonaria pero si me siento muy bien ganando mi propio dinero”.