Entre el 4 y el 29 de octubre, tuvo lugar la Primera Sesión de la XVI Asamblea del Sínodo de los obispos en la que participó un total de 363 personas, la mayor parte de ellas, por supuesto, obispos católicos, provenientes de las más diversas partes del mundo, pero, además, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, un buen número de ellos representantes de otras iglesias. Entre estas personas, se vino destacando en los medios la participación de 54 mujeres con derecho a voto.
En cuanto a la participación mexicana, se puede decir que los representantes de la Conferencia Episcopal Mexicana fueron 4: Mons. Gerardo Díaz Vásquez, Obispo de Tacámbaro, Mons. Oscar Efraín Támez Villarreal, Obispo de Ciudad Victoria; Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Arzobispo de Durango y Mons. Adolfo Miguel Castaño Fonseca, Obispo de Azcapotzalco. Además, como nayarita, he de mencionar que el Cardenal Carlos Aguiar participó en esta sesión como uno de los Presidentes Delegados nombrados directamente por el Papa Francisco.
Cabe señalar que esta sesión se estuvo preparando desde octubre de 2021 en que se hizo la convocatoria y que se llegó a ella con un “Instrumento de trabajo” elaborado a partir de las aportaciones de la Iglesia Universal recogidas en las etapas diocesanas y continentales.
Dicho instrumento contiene dos partes. En la primera de ellas denominada “Por una Iglesia Sinodal. Una experiencia integral”, procede “a una relectura del camino recorrido durante la primera fase, con el fin de identificar lo que la Iglesia de cada continente había aprendido de la experiencia de vivir la dimensión sinodal al servicio de la misión”. En la segunda, denominada “Comunión, Misión y Participación”, “expresa en forma de preguntas las tres prioridades que surgen con más fuerza del trabajo en todos los continentes, sometiéndolas al discernimiento de la Asamblea”.
Apenas un día después de concluida la sesión, se publicó una síntesis denominada “Una Iglesia Sinodal en camino”, dividida en tres partes: el rostro de la Iglesia Sinodal; todos discípulos, todos misioneros; tejer vínculos, construir comunidades que, en conjunto abordan 20 asuntos, cada uno de los cuales contiene un apartado dedicado a las convergencias, otro que contiene cuestiones que se tendrían que abordar y un tercero dedicado a las propuestas.
PARTE I. EL ROSTRO DE LA IGLESIA SINODAL: 1. Sinodalidad: experiencia y comprensión; 2. Reunidos y enviados por la Trinidad; 3. Entrar en una comunidad de fe: iniciación cristiana; 4. Los pobres, protagonistas del camino de la Iglesia; 5. Una Iglesia de “toda tribu, lengua, pueblo y nación”; 6. Tradiciones de las Iglesias orientales y de la Iglesia latina; 7. En camino hacia la unidad de los cristianos.
PARTE II. TODOS DISCÍPULOS, TODOS MISIONEROS: 8. La Iglesia es misión; 9. La mujer en la vida y misión de la Iglesia; 10. Vida consagrada y grupos laicos: un signo carismático; 11. Diáconos y sacerdotes en una Iglesia sinodal; 12. El Obispo en la comunión eclesial; 13. El Obispo de Roma en el Colegio Episcopal.
PARTE III. TEJIENDO VÍNCULOS, CONSTRUYENDO COMUNIDADES: 14. Un enfoque sinodal de la formación; 15. Discernimiento eclesial y preguntas abiertas; 16. Por una Iglesia que escucha y acompaña; 17. Misioneros en el entorno digital; 18. Órganos de participación; 19. Las agrupaciones de Iglesias en la comunión de toda la Iglesia; 20. Sínodo de Obispos y Asamblea Eclesial.
El documento concluye con unos párrafos que apuntan al futuro y que se encabezan con la expresión “para proseguir el camino”.
Esto ¿por qué? Porque el Sínodo de la Sinodalidad no ha concluido, sino que tendrá una segunda sesión en octubre de 2024 a la que se habrán de llevar las propuestas que surjan del discernimiento realizado a lo largo de los meses que nos separan de esa fecha.
Obviamente, el propósito de estas palabras no es el de realizar un análisis de la síntesis final, sino, más bien, de invitar, a quienes se interesen por el tema, a leerla directamente.
De mi parte, me limito aquí a explorar los resultados de las votaciones en torno a los veinte temas contenidos en la síntesis final, con sus convergencias, sus cuestiones por afrontar y sus propuestas, buscando los puntos en que se alcanzó mayor consenso y aquellas en las que las diferencias fueron mayores.
De un total de hasta 346 votos [algunas de las 363 personas que participaron oficialmente no votaron en todos los temas], 343 votaron a favor del texto introductorio y 336 a favor de la conclusión, con un voto en contra en el caso de la introducción y 10 en el de la conclusión.
En el ámbito de los mayores consensos, se puede decir que en ninguno de los temas y en ninguno de los tres aspectos contenidos en cada uno de ellos se dio en las votaciones un consenso total. Solo en dos casos hubo un solo voto en contra: el primero de ellos, en relación con “las tradiciones de las Iglesias orientales y la Iglesia Latina” y, más concretamente, en la sección de convergencias, en relación con el “reconocimiento de la especificidad, distinción y autonomía de estas Iglesias”; el otro, en el tema “por una Iglesia que escucha y acompaña”, en la sección de convergencias, en un texto que reconoce que tanto en los dos primeros años del camino sinodal y durante los trabajos de la Asamblea, el término escuchar es el que mejor expresa la experiencia vivida.
En cuanto a los menores consensos, o bien, de los más amplios disensos, se encuentran ―como, probablemente, se podría esperar― en relación con el asunto de “las mujeres en la vida y en la misión de la Iglesia”, tanto en la sección de las cuestiones que se han de abordar en referencia con el acceso de las mujeres al ministerio diaconal [69 votos en contra] y en la sección de las propuestas, en la que hubo 67 votos en contra en relación con la invitación a aprovechar los resultados de investigación teológica, histórica y exegética y de las comisiones creadas en relación con ese mismo tema del acceso de las mujeres al ministerio diaconal.
El otro tema en el que hubo más votos en contra fue el relacionado con el asunto del celibato como algo cuya obligatoriedad disciplinar en la Iglesia latina se tendría que abordar [55 votos en contra] y el de la propuesta de incluir a los presbíteros que han dejado el ministerio en un servicio pastoral que tuvo 61 votos en contra.
Habrá que esperar las propuestas que lleguen a la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad y, sobre todo, las decisiones a las que llegue Francisco, el Obispo de Roma, acerca de cuyo ministerio la dinámica sinodal arroja nueva luz.